Hoy voy a volver a hablar sobre la magnífica película de ciencia-ficción de los años 80 protagonizada por Jeff Goldblum y Geena Davies. Aparte de la teletransportación, otra fantasía que maneja es la mezcla genética de dos especies tan dispares como un hombre y una mosca.
Argumento de la película
El protagonista, Seth Brundle, inventa la máquina de teletransportación, que funciona perfectamente con objetos inertes, aunque no con seres vivos. Cuando el segundo mono con el que experimenta sale de la cabina con vida, decide probar consigo mismo. Pero… una mosca entra en la cabina sin que Seth se dé cuenta, y el ordenador la máquina, ante la presencia de dos seres vivos, no reacciona de otra manera que… mezclando ambos a nivel genético. Resultado: Seth empieza a transformarse en un gigantesco hombre-mosca de más de 80 Kg.
¿Por qué no es posible?
Sin ser biólogo, no se me ocurren pocas objeciones a semejante mezcla genética, teniendo en cuenta que el ser humano dispone de 23 pares de cromosomas, mientras que la mosca sólo tiene 4 pares.
- En primer lugar, hay que tener en cuenta el tamaño de cada individuo, y por lo tanto el número de células. La mezcla tendría que ocurrir célula a célula, pero evidentemente el ser humano tiene muchísimas más que la mosca. Por lo que la mezcla genética sólo tendría lugar en un determinado número (que serían una gran minoría) de células humanas. Por lo tanto, el código genético no sería el mismo en todo el organismo y no obtendríamos el nuevo ser vivo que el ordenador de la película denomina «Brundlefly» (Brundle + fly, mosca).
- Olvidemos por un momento el tamaño: si la mezcla tuviera lugar por una simple suma de pares de cromosomas, el ser resultante tendría 27 pares de cromosomas, y poco se parecería a un ser humano; y mucho menos a una mosca.
- Si la mezcla tuviera lugar por una fusión de cromosomas, los 8 de la mosca podrían integrarse facilmente con los 46 del hombre. Pero eso tendría que ocurrir célula por célula, y en cada una la fusión no tendría por qué ocurrir de la misma manera ni implicar a los mismos cromosomas.
¿Qué habría que hacer, entonces?
Para obtener un hombre-mosca habría que mezclar una célula con la mitad de código genético de uno con otra célula con la mitad de código genético del otro (de forma parecida a lo que ocurre en la fecundación), y que el embrión resultante comenzara a dividirse creando copias de sí mismo, que irían formando tejidos, órganos, etc. para resultar en un hombre-mosca.
Dicha opción es, sin embargo, no sólo prácticamente imposible tanto a nivel científico como ético, aparte de que ¿quién querría la existencia de semejante especie?
En este caso, el asunto a tratar es
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